San Benito de Aviñón, más conocido como San Bénézet, nació en el año 1165 en Ardèche y murió en 1184.
Era un joven pastor quien, según la leyenda, construyó el puente de la ciudad de Avignon, Francia, después de cargar una gran roca hasta la orilla del río como prueba del poder de Dios.
Su historia legendaria cuenta que mientras guardaba sus ovejas oyó un día la voz del Señor ordenándole que se dirigiera a Aviñón para construir un puente sobre el Ródano.
El primer magistrado no dio crédito a sus palabras y para probarle le mandó que levantara una enorme piedra, pero Bénézet la levantó como a una pluma.
El vecindario, maravillado, constituyó al punto una especie de congregación denominada de los Hermanos Pontífices (la significación originaria de la palabra Pontífice fue constructor de puentes) que procedió a la construcción de un puente de veintidós ojos y 900 m de longitud.
La obra fue terminada en el año 1188, pero para entonces el santo ya había fallecido hace cuatro años.
Este santo era feliz predicando el Evangelio y dedicando su vida a los pobres.
Para poder darles limosna recorría toda la región para poder recolectar algo para poder dárselo a ellos.
Murió a la edad de 19 años y fue enterrado en una pequeña capilla situada en el espolón del primer pilar.
Luego de muerto sus amigos y seguidores decidieron perpetuar su nombre formando una orden religiosa que fue aprobada años más tarde, exactamente en el 1189, por el papa Clemente III. La orden recibió el nombre de Orden de los hermanos pontífices.
El carisma de ellos era reunir dinero para poder ayudar a todos los viajeros o peregrinos que necesitaran una vivienda, y además lo utilizaban para construir y mantener obras de arte.
Es el patrón de los ingenieros y constructores de puentes.
Su fiesta es el 14 abril