Las Bulas pontificias tratan de asuntos sumamente importantes como las decisiones, las doctrinas, las sentencias de canonización, los reglamentos de la disciplina eclesiástica, los jubileos, etcétera
En determinadas circunstancias, cuando los Papas escribían al rey, las Bulas eran selladas con oro. Así vemos como por ejemplo, con una Bula de oro concedió León X a Enrique VIII, rey de Inglaterra, su exclusivo título de defensor de la fe.
Una bula es un documento de temática religiosa sellado con plomo, que si está hecho con el sello papal, se llama Bula Papal o Bula Pontificia.
El nombre de bula hace referencia al sello, casi siempre de plomo, que sella a esta clase de mensajes importantes. Su nombre viene del latín bulla, que quiere decir pequeña bola de metal.
Cuando el Soberano Pontífice quiere dar a sus cartas oficiales un carácter particularmente solemne, manda que sean expedidas en forma de Bulas.
A diferencia de la bula y tal como su nombre lo indica, el breve es un texto reducido y abreviado, de lo cual se deduce que los Breves pontificios son semejantes a pequeñas bulas.
Desde la mitad del siglo XV se comienza a usar el nombre de Breves para las cartas pontificias que son menos solemnes que las bulas y que además tratan de asuntos menos importantes.
En los comienzos su redacción era necesariamente corta pero luego, a pesar de su nombre, ciertos Breves se prolongaron mucho.
En los Breves se trata diversos temas, como por ejemplo, dispensas concernientes a la recepción de órdenes, irregularidades diversas, poderes para conceder indulgencias en rosarios o medallas, etcétera..
El sello del Breve representaba al principio el anillo del pescador, la imagen de San Pedro ocupado en su barca sacando las redes, pero ahora las cartas privadas de los papas están selladas con sus escudos personales.