La palabra defecto, según indica el diccionario, significa falta o privación de una cosa o cualidad necesaria, cuya ausencia da lugar a que una cosa sea imperfecta, irregular, incorrecta o incompleta.
Defecto se considera a menudo como sinónimo de imperfección o de vicio. Pero en realidad son cosas diferentes: en lo físico puede tratarse de la privación de un miembro, de una irregularidad, de una deformidad corporal. Pero en lo moral, significa una laguna en el juicio o en el carácter, o bien una debilidad del espíritu.
Los defectos morales comunes a todos los hombres suelen referirse a la inteligencia (en realidad, significan ignorancia), a la inclinación al mal y a la dificultad para llegar al bien.
El defecto es la ausencia de una cualidad indispensable por lo tanto aquello que debería ser completo y deseable termina siendo imperfecto.
Santo Tomás de Aquino, teólogo y filósofo católico, en su obra Suma teológica, compendio teológico escrito entre el año 1265 y 1274, realiza una calificación de los defectos, la cual tiene que ver si la carencia de cualidades afecta al hombre en sí mismo o tiene que ver con las funciones que realiza. Para ello divide a los defectos en tres grupos: corporales o espirituales, físicos o morales, y estáticos o dinámicos
Existen, además, muchos defectos morales que afectan a unas personas más que a otras:
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la falta de juicio o buen sentido
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la vanidad y la presunción
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el orgullo
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la violencia y la inclinación a la venganza
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la dureza de corazón
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la impaciencia o agitación febril
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la ligereza
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el afán de singularizarse
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la inclinación a la melancolía, al mal humor, a la tristeza
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la pusilanimidad y la inquietud
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el disimulo, la prodigalidad
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la sensualidad
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la indulgencia o excesiva preocupación respecto a uno mismo
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la indolencia