SÍNTESIS DEL LIBRO LAMENTACIONES DE JEREMÍAS BREVE EXPLICACION DEL LIBRO DEL ANTIGUO TESTAMENTO DE LA BIBLIA CATÓLICA El libro de las Lamentaciones describ...
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ORACIÓN LITÚRGICA PARA EL DÍA DE PENTECOSTÉS
El domingo celebraremos la solemnidad de Pentecostés y el lunes la fiesta de María Auxiliadora. Es providencial que en este momento de la historia podamos elevar nuestros ojos al Cielo para pedir la ayuda del Espíritu Santo y la protección de María.
La crisis que vivimos es, en definitiva, una crisis de fe. Debemos hacer nuestra la súplica de Jesús al Padre, desde la Cruz, cuando intercedió por sus asesinos diciendo que no sabían lo que hacían.
Pero si nosotros somos conscientes de la gravedad de lo ocurrido con la profanación de la Eucaristía en Alemania al dar la eucaristía a los no católicos, es porque sí tenemos fe en su presencia real. Ahora bien, si tenemos esa fe debemos estar seguros de que Dios no ha abandonado ni abandonará a su Iglesia.
Por muy oscura que sea la hora y por muy grande que sea el poder de las tinieblas, la fuerza de la luz de Cristo y el poder del Espíritu han vencido y vencerán siempre. Contamos además con la protección de María, Madre de la Iglesia.
Dios y la Virgen aman a su Iglesia mucho más que nosotros y no dejarán nunca que las puertas del infierno prevalezcan. Lo que sí debemos hacer es rezar, hacer penitencia y reparar.
Todo lo que está sucediendo en la Iglesia, la crisis terrible en que nos encontramos, se debe a una falta de fe y, como consecuencia, a una falta de confianza en Dios. Pero si los que profanan la Eucaristía quizá no saben lo que hacen, los que sufrimos por lo que está ocurriendo deberíamos mantener, a toda costa, la fe en que nada escapa a la Divina Providencia.
Nadie ama la Iglesia más que Dios. Nadie. En Él debemos confiar ciegamente y en Él debemos encontrar nuestro consuelo en esta hora difícil. Con María, suplicamos humildemente a Cristo que envíe su Espíritu y que nos consuele, nos dé fortaleza y también la humildad para aceptar en todo momento su Divina Voluntad.
La siguiente oración es la secuencia que se le antes del Evangelio y que se ha estado usando estos días como himno en las Vísperas. Es una plegaria que sale del corazón para que nos socorra en momentos de angustia.
Aunque no hay autor conocido, algunos la atribuyen a Stephen Langton, un arzobispo de Canterbury de la Edad Media, contemporáneo de San Francisco, aunque también fueron considerados sus autores tanto el rey de Francia Roberto II el Piadoso (970-1031) como el papa Inocencio III
Desde donde sea posible, participen en la Vigilia de Pentecostés en desagravio por lo ocurrido en Alemania y en tantas otras partes del mundo.
Si eso no fuera posible, el sábado por la noche recen esta secuencia del Espíritu Santo y el Rosario. Venzamos al mal a fuerza de bien y confiemos ciegamente en el Dios de la misericordia.
SECUENCIA DE PENTECOSTÉS
Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno
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