¿CUÁL FUE EL PROPÓSITO DE JESÚS AL FUNDAR LA IGLESIA? ¿CÓMO DEFENDER NUESTRA FE CATÓLICA?
El establecimiento de la Iglesia no fue una mera coincidencia o el resultado de los deseos de los discípulos de difundir su mensaje. Fue un acto deliberado de Jesús , quien claramente expresó su intención a través de sus palabras y acciones.
Jesús no vino a realizarlo todo por sí mismo; en cambio, vino a cumplir las tareas esenciales que nadie más podía emprender. Estas tareas incluían nacer, morir, resucitar, predicar su mensaje y dar testimonio a través de su vida. Sin embargo, Jesús entendió que él solo no podía llegar al mundo entero, ni quería hacerlo. Él deseaba involucrar a la humanidad en su misión redentora en lugar de proporcionarles un producto terminado.
- ¿CUÁNDO NACE LA IGLESIA DE CRISTO?
Desde el principio, la Iglesia estuvo presente en los pensamientos y deseos de Jesús. No surgió después de su muerte como algo separado de él o de sus intenciones. La Iglesia no fue una institución formada con fines económicos explotando la figura de un gran maestro; más bien, fue una institución fundada por Jesús para continuar su obra y difundir su mensaje hasta los confines de la tierra.
De hecho, durante su Ascensión, Jesús instruyó explícitamente a sus seguidores a ir y predicar a todas las naciones hasta los confines de la tierra.
Sin embargo, la Iglesia que Jesús pretendía fundar no era una institución puramente humana dedicada a preservar su legado espiritual a lo largo del tiempo. Era una institución tanto divina como humana. Como su creador, Jesús era divino y él mismo seguía siendo parte de él. Al mismo tiempo, la Iglesia era humana porque estaba compuesta por individuos imperfectos, pecadores y destinados a cometer errores.
A pesar de este conocimiento, Jesús confió la Iglesia a estos hombres imperfectos. Por lo tanto, la Iglesia es una entidad divina y humana a la vez. Además, es una manifestación del mismo Cristo. Por eso San Pablo se refirió a él como el Cuerpo Místico de Cristo, que significa el cuerpo espiritual de Cristo presente a lo largo de la historia y perdurable hasta el final de los tiempos.
- ¿CÓMO SE DEBE AMAR A LA IGLESIA? ABRAZAR LAS IMPERFECCIONES Y DEFENDER LA FE
Amar a la Iglesia, a pesar de sus defectos, es crucial porque es donde Cristo está presente. Por amor a Cristo, estamos llamados a amar a la Iglesia. Este amor implica asistir a la Iglesia en sus necesidades y defenderla cuando es atacada. Aunque la Iglesia está compuesta por individuos imperfectos que pueden cometer errores, es importante recordar que Cristo mismo la fundó. Por tanto, nuestro amor a la Iglesia no debe vacilar, ya que es expresión del amor a Cristo y a su misión.
Amar a la Iglesia significa comprender que es una institución divina con una dimensión humana. Es una comunidad de creyentes que se esfuerzan por vivir de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, pero que a veces también se quedan cortas. Así como Cristo confió la Iglesia a personas imperfectas, nosotros también debemos abrazar sus imperfecciones y apoyar su crecimiento. Esto no significa hacer la vista gorda ante el mal o la corrupción dentro de la Iglesia, sino más bien trabajar por su purificación y renovación. Amando a la Iglesia, contribuimos a su progreso y hacemos que permanezca fiel a su misión de evangelizar.
Además, amar a la Iglesia implica defenderla cuando es atacada. A lo largo de la historia, la Iglesia ha enfrentado numerosos desafíos y críticas. Sin embargo, debemos recordar que estos ataques no son únicamente contra la institución, sino también contra Cristo mismo, que está presente en la Iglesia.
Al defender a la Iglesia, defendemos la verdad del Evangelio y las enseñanzas de Cristo. Esta defensa puede tomar muchas formas, como entablar un diálogo respetuoso, brindar información precisa sobre la Iglesia y contrarrestar los conceptos erróneos y las falsedades. Es esencial defender a la Iglesia y promover una comprensión más profunda de su papel en el mundo.
- EN RESUMEN
Jesús tenía un propósito claro al fundar la Iglesia. No fue una casualidad o una iniciativa humana sino un plan divino. Jesús deseaba involucrar a la humanidad en su misión de salvación y encomendó a personas imperfectas la responsabilidad de difundir su mensaje.
La Iglesia es tanto divina como humana, y sus imperfecciones no deben disuadirnos de amarla y defenderla. Amando a la Iglesia, expresamos nuestro amor por Cristo y contribuimos al cumplimiento de su misión.
Abracemos las imperfecciones de la Iglesia y trabajemos por su renovación, sabiendo que es a través de la Iglesia que Cristo sigue estando presente en el mundo.
Hoy es :