El escritor colombiano esoterista llamado Víctor Manuel Gómez Rodríguez un buen día se puso el seudónimo de Samael Aun Weor y empezó a extender las ideas erróneas del Rosacrucismo bajo el nombre de Iglesia gnóstica, pero que en realidad era un movimiento neognóstico.
En el año 1954 Víctor declaró que el Genio de Marte llamado Samael había encarnado en él y se cambió el nombre.
El gnosticismo original abarcó los primeros cuatro siglos del cristianismo y tenían una doctrina que unía el arte, la parapsicología, la religión y la astrología, por eso ya desde entonces los Padres de la Iglesia católica los consideraban que hacían herejía.
Pero el gnosticismo de Samael no era puro y escribía doctrinas que mezclaba con obras de otros autores, como por ejemplo la que tenía que ver con la transmutación de la energía sexual, práctica que denominaba el Gran arcano y decía que con ella se lograba transformar la naturaleza del hombre.
También enseñaba que no era necesario reproducirse a través de la eyaculación de millones de espermatozoides, ya que existían jerarquías divinas que iban a elegir al espermatozoide correcto.
Además escribía que Jesús era judío sólo por herencia de su madre porque su padre era un soldado romano de raza céltica, y que él sabía esto porque Jesús tenía nariz recta, y no curva como es rasgo común entre los judíos
Repite lo que enseñan los rosacruces, pero para engañar rápidamente a los incautos coloca al nombre de la Virgen del Carmen en sus folletos y la imagen del Corazón de María en la carátula de algunos de sus libros.
Dice que cuando una persona muere su alma queda flotando por los aires para luego reencarnar obligatoriamente en otro cuerpo para purificarse de las faltas que cometió.
El karma o reencarnación aparece así como ley de castigo, aunque el único que puede castigar los pecados es Dios. Además en la Biblia no aparece ni una sola vez la palabra reencarnación.