LA GENEROSIDAD CATÓLICA: ¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
La generosidad es la cualidad del que sabe dar.
Cuando se habla de dar, no se refiere simplemente a las cosas materiales o al hecho de dar dinero como limosna, pues una persona también puede dar su tiempo o darse a sí mismo en provecho de la obra elegida, de la empresa comenzada.
La generosidad tiene su paralelo, sobre todo, en la generosidad de la gracia, don gratuito de Dios.
El mismo Cristo ha enseñado bien claramente que la generosidad del hombre es la imagen de Dios.
Esto lo podemos encontrar en el Evangelio de San Lucas VI, 38:
"Dad y se os dará; una buena medida, apretada, rellena, rebosante, se os volcará en el seno: porque con la medida con que midiereis seréis medidos vosotros".
En la parábola de los diez talentos se explica que Dios confía sus dones a los hombres con la obligación de que los desarrollen y den frutos.
En la parábola del siervo infiel acentúa la importancia de la generosidad que se aplica a tres variantes:
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hacer limosna con largueza
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invertir generosamente los bienes propios en beneficio de uno mismo y de los demás
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dar al prójimo más de lo que recibimos de él, incluso, si es necesario, perdonando las faltas que haya podido cometer contra nosotros.
La generosidad del corazón responde a la de la naturaleza que, por cada grano sembrado al azar, rinde el ciento por uno, en la que las flores crecen y se multiplican, y donde el trabajo del hombre no hace más que ayudar, repartir y mejorar la abundancia espontánea.
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