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Noticias sobre la Iglesia Católica en el mundo, 2º quincena de Abril 2024

EL BIEN POSIBLE O PERDERLO TODO Comentario del Padre S. Martín FM (Franciscanos de María) sobre la actualidad de la Iglesia durante esta semana. HISTORIA FALSA SOBRE ENTERRAMIENTOS EN ESCUELA INDÍGENA EN CANADÁ

La humildad y la obediencia en el servicio a Dios en la Iglesia católica, reflexiones

OBEDIENCIA Y HUMILDAD: VIRTUDES FUNDAMENTALES PARA IMITAR A CRISTO

La imitación de Cristo va más allá de simplemente hacer lo que Él hizo. Para verdaderamente seguir sus pasos, debemos esforzarnos por "ser como Cristo". Solo cuando nos asemejemos a Él en nuestro ser, podremos actuar como Él lo hizo.

- Material y articulo de ReligionCatolicaRomana.blogspot.com

En ese sentido, es necesario sumergirnos en el alma del Señor para descubrir cómo era Él y así moldear nuestra propia vida a su imagen.

Al adentrarnos en el alma de Cristo, las primeras virtudes que encontramos son la obediencia al Padre y la humildad que se desprende de esa obediencia. Estas dos virtudes extraordinarias son esenciales para seguir el camino de Cristo.

La obediencia no es una sumisión ciega, sino una forma de amor hacia Dios y hacia aquellos que Él ha puesto como superiores.

La humildad es la compañera inseparable de la obediencia, ya que el soberbio es incapaz de obedecer y aprender. Siguiendo el ejemplo de Cristo, la Santísima Virgen María y los santos, podemos cultivar estas virtudes en nuestras vidas y así acercarnos cada vez más a la imagen de Cristo.

  • LA OBEDIENCIA DESDE UNA PERSPECTIVA ACTUAL

Es natural preguntarse qué significa hoy en día la palabra "obediencia". ¿Acaso la Iglesia exige una obediencia ciega, propia de personas sin libre albedrío, que no pueden pensar ni tomar decisiones por sí mismas?

Es importante tener en cuenta que la obediencia que se nos pide no está dirigida principalmente a los hombres, sino a Dios. Como San Pedro dijo a los fariseos cuando le ordenaron dejar de predicar,

"Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres".

Este concepto establece los límites de la obediencia. Como señaló San Francisco de Asís:

"Si un superior ordena algo que va en contra de nuestra vida o nuestra alma, no estamos obligados a obedecer, ya que no hay obediencia cuando se comete pecado o delito".

La obediencia tiene como límite nuestra conciencia, y la Iglesia enseña que la conciencia es la máxima norma de moralidad. Sin embargo, es importante destacar que no se trata de cualquier conciencia, sino de una conciencia sana, correctamente formada y obediente.

Lamentablemente, se confunde con frecuencia esta conciencia madura con la subjetividad absoluta. También se confunde la certeza de un discernimiento con las dudas. Se olvida que, en caso de duda, recurrir a la obediencia puede ser un acto de inteligente humildad. Como afirmó San Francisco:

"Debemos negarnos a nosotros mismos y someter nuestros cuerpos al yugo de la servidumbre y la santa obediencia, tal y como prometimos al Señor. Pero nadie está obligado a obedecer a otro en lo que es pecado o delito".

La obediencia no se trata de dudar o temer equivocarse, sino de amar. Obedecemos porque amamos, al igual que servimos y ayudamos al prójimo porque amamos a Cristo presente en él.

Sin amor, la obediencia se convierte en una monstruosidad o, como mucho, en un cálculo egoísta para que una organización funcione. El apóstol Pablo nos invita a tener este motivo cuando, en su primera carta a los Tesalonicenses, aconseja apreciar a aquellos que trabajan arduamente y nos guían en el Señor, mostrándoles estima y amor por su labor.

  • LA OBEDIENCIA COMO FORMA DE AMOR

La obediencia es una forma de amor que debemos a aquellos que Dios ha puesto como superiores para ayudarnos en nuestro camino hacia Él y para mostrarnos su voluntad.

Los santos y los ángeles en el cielo son ejemplos de obediencia por amor. Como nos recuerda San Agustín, cuando decimos "Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo", pedimos al Señor que nos conceda la virtud de la obediencia para cumplir su voluntad al igual que los ángeles en el cielo.

Es importante destacar que la obediencia no es propia de cadáveres o de objetos inanimados, sino de personas libres que, en el ejercicio de su libertad, eligen seguir a aquellos que Dios ha colocado como superiores. A menos que nuestra conciencia, madura y bien formada, esté completamente segura de que una orden nos llevará a actuar en contra de otros mandamientos superiores, como aquellos que emanan directamente de Dios y están escritos en la naturaleza, debemos obedecer.

El límite de la obediencia está en el amor y en la conciencia bien formada.

  • LA HUMILDAD COMO COMPAÑERA DE LA OBEDIENCIA

Si tuviéramos que relacionar una virtud con la obediencia, además del amor que la fundamenta, sería la humildad. La obediencia está en crisis porque su compañera de viaje, la humildad, se ha debilitado.

El soberbio es incapaz de obedecer y aprender, ya que considera que él es el centro del universo y no tiene nada que aprender de los demás. El soberbio no escucha, no dialoga, no está abierto a los razonamientos ajenos y no permite que la verdad entre en su alma. Para el soberbio, inclinar la cabeza ante alguien, reconocer que se ha equivocado o aceptar que no posee toda la verdad, es un deshonor tremendo.

El soberbio en su estado puro es Satanás, quien por su desobediencia germinada en soberbia, provocó su caída y el inicio de la aventura del mal en el universo. Por lo tanto, es peligroso seguir los consejos del soberbio en la vida.

Si tan solo pudiéramos tener la humildad de la Madre Teresa de Calcuta, no tendríamos tantos problemas para obedecer y aceptar que, en caso de duda, es un acto de inteligente humildad hacer lo que nuestros superiores nos mandan o aceptar lo que nos enseña la Iglesia. Tal como ella dijo:

"No soy más que un pequeño lápiz en manos de Dios. Él es quien escribe, piensa y decide. Repito: no soy más que un pequeño lápiz".

  • EL MODELO SUPREMO: CRISTO, LA HUMILDAD Y LA OBEDIENCIA

Aunque existen muchos hombres y mujeres santos, el primer modelo de humildad y obediencia no es otro sino Cristo mismo.

Su humildad, origen de su obediencia, se destaca de diversas formas en las cartas del Nuevo Testamento. En la carta a los Hebreos, se nos dice que Cristo, en los días de su vida mortal, presentó oraciones y súplicas a Dios con gritos y lágrimas, aprendió a obedecer mediante el sufrimiento y se convirtió para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

El Catecismo también nos presenta a Jesús como el modelo supremo de humildad y obediencia, citando que "Jesús, aun siendo Hijo, con lo que padeció, experimentó la obediencia". Como criaturas y pecadores que hemos sido adoptados como hijos suyos, tenemos aún más razones para experimentar la obediencia a Dios.

La Santísima Virgen María también es un modelo de humildad y obediencia. Ella se define a sí misma como la esclava dispuesta a hacer siempre la voluntad de Dios.

La obediencia en la fe implica someterse libremente a la palabra escuchada, confiando en que su verdad está garantizada por Dios mismo. Abraham también es presentado como modelo de obediencia en la Sagrada Escritura.

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Mi nombre es Laura y soy católica apostólica romana. Siempre me ha gustado estudiar las religiones, pero especialmente me he dedicado al estudio profundo de la fe católica, y consideré que podía ser útil compartir mis conocimientos en forma online. En el link de "Sobre mi" pueden conocerme más. Todos los artículos están fielmente basados en textos reconocidos por la Iglesia Católica Apostólica Romana.
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