Dios se identifica con el bien y es el bien. Por lo tanto la palabra bondad significa la posesión del bien y la bondad es por excelencia la cualidad de Dios.
Para los teólogos no es lo mismo bondad y caridad, confusión que a menudo se produce en el lenguaje vulgar.
La bondad implica la cualidad de bueno, cualidad que no puede pertenecer a ninguna criatura ya que ninguna puede poseerla plenamente.
Tal como dicen los teólogos la esencia de la bondad no puede ser idéntica al individuo existente.
Sin embargo, decimos que los seres y Dios son buenos, pero cuando nos referimos a los seres se sobreentiende que lo son a su manera, es decir relativamente en la medida en que más se acercan a Dios.
La bondad es una virtud que tiene que ver con la excelencia, es el hecho de ser bueno, punto cúlmine al que puede llegar una persona en la moral y en la religión.
Tiene que ver con todas las cualidades deseables en la excelencia del carácter y en la generosidad de la conducta, y tiene que ver además, con las virtudes, la misericordia y la benignidad de Dios.
La bondad en el ser humano es posible gracias al Espíritu Santo, que hace que uno se preocupe por el otro y desee atenderlo y ayudarlo, perdonarlo y comprenderlo, ponerlo antes que a uno.
La bondad es un don de Dios que exige frecuentemente la abnegación, o sea, tener que renunciar a nuestro propio bien para que el otro esté mejor que uno. 
Ser bondadoso hace feliz al hombre, lo aproxima a Dios y lo hace acumular riquezas en el cielo, algo fundamental para ser un buen cristiano y para poder ganar la vida eterna, ya que con la fe en Dios, con las buenas obras y con el cumplimiento de los mandamientos tenemos un camino seguro para poder encontrarnos con nuestro Creador
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