La casuística es la aplicación de las conclusiones de la teología a la solución de los casos de conciencia. En teología moral, es la aplicación de los principios morales a los casos concretos de las acciones humanas
Partiendo de las escrituras, la casuística opera, bien por deducción, bien por comparación. Es el método sintético y su campo de aplicación es inmenso. Concierne a todos los actos humanos, sean del padre de familia, del ciudadano o del gobernante.
Los casuísticas, frente a los problemas de la moral cristiana, son algo así como los juristas que están en constante forcejeo con las leyes humanas. Su cometido es adaptar todos los casos particulares a textos inmutables.
El uso de la casuística se remonta a los primeros siglos de la Iglesia. No obstante, el primer libro aparecido sobre el particular fue la célebre suma de San Raimundo de Peñafort publicada en 1235.
El Papa León XIII empleó las leyes de la casuística en la mayor parte de sus encíclicas, como por ejemplo cuando proclamó los deberes de las sociedades cristianas en el uso de las libertades modernas, los deberes y derechos del estado en materia de reformas sociales, de enseñanza, el problema de la educación escolar, los deberes y derechos mutuos de patronos y obreros. Es decir que ante la casuística se abre un campo sin límites.
Con la casuística se usa la razón a través de reglas teóricas y un exámen de la situación, para poder encontrar solución a complicados conflictos morales, que tienen que ver con la conducta o con la conciencia, por lo tanto la casuística forma parte de la teología moral de la Iglesia católica.
Para encontrar una respuesta correcta dentro de lo moral en un caso particular difícil, se realizan comparaciones entre el caso en cuestión, el paradigma y casos puros.