La Iglesia romana es católica, es decir universal porque la Iglesia de Jesucristo está en todas partes, está en el tiempo, y es la misma en todas partes. Es la misión que Jesucristo le ha confiado, y es también lo que la diferencia de las sectas heréticas. Dicha denominación se usa desde el siglo II.
La catolicidad es toda la Iglesia en su conjunto, es decir, es la reunión de todas las iglesias del mundo, unidas bajo la autoridad del Papa y de la jerarquía. Esto quiere decir que la Iglesia es una y no una confederación de iglesias nacionales o particulares, como lo son por ejemplo ciertas iglesias reformadas o las que van surgiendo en los años posteriores a la creación de la Iglesia de Cristo.
La noción de una Iglesia universal, internacional, ha sido definida de una vez para siempre por la palabra de Jesús y constantemente repetida por los Padres: "Ir y enseñad a todas las naciones". Dios desde los primeros tiempos ha querido que la Iglesia se extienda por todo el universo, tal como lo vemos en palabras de Abraham, Isaías, y hasta en los salmos.
La catolicidad es la difusión de la Iglesia una e indivisible anunciada por Jesucristo. Esto supone la unidad de fe y de gobierno de los sucesores legítimos de San Pedro.
La Iglesia de Jesucristo es católica por definición y es universal no solamente en el sentido geográfico, sino que lo es porque se dirige a todos sin distinción.
La Iglesia ha recibido la misión de reunir a toda la familia humana, de estar por encima de los partidos y de las civilizaciones, ya que es una misión universal. Para ella no hay Oriente ni Occidente, y sólo tiene un fin: llevarnos a uno y otro a la salvación, comunicando a uno y otro la Revelación de la cual es depositaria.