El Celibato Sacerdotal
Historia de Obligaciones y Cambios
Desde la decisión del papa Calixto II en el Concilio de Letrán en el año 1123, a los eclesiásticos se les está terminantemente prohibido contraer matrimonio. Esta regla ha sido fundamental en la vida de la Iglesia Católica a lo largo de los siglos.
A esta regla absoluta, solo dos excepciones son toleradas: se refieren a los maronitas y a los armenios que han permanecido fieles a la costumbre griega, pero que dependen de Roma. Estas excepciones reflejan las particularidades y tradiciones de ciertas comunidades en la Iglesia.
EL CELIBATO EN LOS PRIMEROS SIGLOS DE LA IGLESIA
Durante los primeros siglos de la Iglesia, el celibato de los sacerdotes no era obligatorio. San Pablo se contentaba con dar consejos moderadores a los obispos: "Si alguien busca el cargo episcopal, el obispo debe ser irreprochable: casado una sola vez, sobrio, ponderado, digno, hospitalario, capaz de enseñar, que no sea bebedor ni pendenciero, sino conciliador, pacífico, desinteresado...".
Este retrato del obispo modelo no excluye en absoluto el matrimonio, a pesar de la gravedad del cargo episcopal.
En todos los grados de la jerarquía, el celibato, que no era exigido, se recomendó cada vez más. San Cirilo de Jerusalén no menciona la obligación del celibato, pero sí recomienda esta práctica a los sacerdotes conscientes de su dignidad.
CAMBIOS EN EL SIGLO IV
En el siglo IV, la Iglesia griega, inspirándose en los cánones apostólicos, admite el ejercicio de los derechos conyugales para los clérigos inferiores, pero lo rechaza para los obispos, quienes pueden, sin embargo, permanecer casados. Sin embargo, los sacerdotes, diáconos y subdiáconos no deben contraer matrimonio después de su ordenación. Esta prescripción se mantuvo vigente en la Iglesia oriental.
La Iglesia de occidente no siguió a Bizancio en este punto. Hacia el año 300, una ley eclesiástica estableció que todos los obispos, sacerdotes y diáconos debían abstenerse de todo comercio con sus esposas y renunciar a tener hijos. Sin embargo, hasta el siglo V, los subdiáconos no estaban sometidos al celibato.
La transición entre el matrimonio de los sacerdotes y su celibato no se llevaría a cabo sin dificultades. Se necesitarían dos siglos para resolver ciertos problemas derivados de la continencia en el matrimonio. En el año 747, el papa Zacarías indicó que los obispos, sacerdotes y diáconos deben abstenerse de sus derechos conyugales, y que a los otros clérigos no se les fuerce a la continencia, permitiendo que cada Iglesia siga sus costumbres.
ABUSOS Y DESVIACIONES EN EL SIGLO X
En el siglo X, surgieron abusos y un período de decadencia en las costumbres. No solo los sacerdotes y diáconos casados vivían con sus esposas, sino que algunos las tomaban después de su ordenación, incluso algunos obispos cayeron en esta práctica.
La última palabra sobre el celibato fue pronunciada en el Concilio de Letrán. Aunque hubo casos de indisciplina que persisten durante mucho tiempo, la institución de seminarios en los siglos XIV y XV aseguró a los futuros clérigos una larga formación moral, eliminando de manera definitiva las objeciones y casos de desobediencia.
LA IMPORTANCIA DEL CELIBATO EN LA VIDA SACERDOTAL
En resumen, el celibato ha sido una cuestión que ha evolucionado de manera compleja dentro de la Iglesia Católica. Desde sus inicios, donde no era obligatorio, hasta convertirse en una regla estricta después del Concilio de Letrán, el celibato ha desempeñado un papel crucial en la vida religiosa.
Las excepciones para ciertas comunidades subrayan la diversidad en las tradiciones cristianas. A pesar de los desafíos y abusos a lo largo de la historia, la formación actual de los clérigos en seminarios busca preservar la dignidad del sacerdocio y su compromiso con la vida espiritual.
El celibato no solo es una práctica, sino un reflejo del enfoque espiritual de la Iglesia hacia su misión, asegurando que los sacerdotes estén centrados en su vocación y dedicación al servicio de Dios y de la comunidad.