¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LA EUCARISTIA EN MI VIDA?
La teología define a la Eucaristía como el sacramento que contiene realmente el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo.
Primitivamente, los tres primeros sacramentos, o sea el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía formaban parte de lo que se llama la iniciación cristiana.
Durante la noche pascual, los catecúmenos, según la expresión de San Pablo, se revestían de Cristo.
Por el Bautismo eran incorporados a la Iglesia, y consagrados, para rendir públicamente testimonio de Cristo, por la confirmación.
Y finalmente, comían y bebían el cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía.
Lo mismo ocurre hoy. Sin embargo, el Bautismo y la confirmación son sacramentos que sólo se reciben una vez, mientras que la Eucaristía, o sea la primera comunión, debe, por el contrario, ser recibida muchas otras veces.
La Eucaristía debe convertirse en nuestro pan cotidiano, nuestro pan para el camino. Es ante todo una comida.
Instituida en la Última cena, tiene por materia pan y vino consagrado sobre una mesa cubierta con un mantel, y el sacerdote, antes de la consagración propiamente dicha, repite las palabras de Cristo:
"Tomad y comed", "Tomad y bebed".
De la misma manera que el cuerpo tiene necesidad de alimento para fortificarse, el alma tiene el peligro de adormecerse y de morir si no está mantenida por un alimento sobrenatural.
La unión con Dios es la fuente de toda vida sobrenatural.
Dios se ha unido a la humanidad por amor, ha llamado a la existencia a criaturas infinitamente inferiores a Él porque tanto amó al mundo que le dio a su Hijo único.
Y este Hijo, Jesucristo, no quiso que su sacrificio careciera del carácter temporal propio de todo lo humano.
Quiso que su amor se extendiera y creciera en el tiempo y en el espacio. Por esto instituyó la Eucaristía.
El día de la primera comunión solemne, los niños renuevan las promesas hechas el día de su bautizo.
De la misma manera, cumplir con el precepto pascual es renovar su bautismo cada año recibiendo al Salvador en la comunión.
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