Omnipotencia suplicante es el título que los santos le dan a María.
Esto significa que María puede obtener los favores de una manera muy parecida como nos ayuda a Dios, pero con la diferencia que Dios cuando quiere una cosa la hace.
Y María cuando quiere una gracia para nosotros la pide a su hijo Jesús (que es Dios).
Y como Jesucristo no le niega ningún favor a su amada madre, de esta forma la Virgen María obtiene todo cuanto desea concedernos.
El único omnipotente es Dios, por ser todopoderoso para hacer todas las maravillas que desee, pero María obtiene de Dios todas las maravillas que ella desee, por eso la llamamos omnipotencia suplicante.
Jesús es omnipotente por su naturaleza, pero en cambio María es omnipotente por la gracia, ya que ella es humana y por lo tanto no tiene un atributo divino.
El beato Pío IX decía que María está a la derecha de su Hijo y que siempre logra lo que quiere gracias a sus ruegos maternales.
María es la madre de la gracia, ya que ella ha hallado gracia delante del Señor y además está llena de gracia para comunicárnosla a nosotros.
Cuanto más devota de la Virgen es una persona, más Espíritu Santo recibe, y por ende más ayuda le llega del cielo para conseguir la santidad y obrar maravillas para el reino de los cielos.
El Papa Benedicto XV siempre destacaba que entre todos los títulos con el cual la Iglesia Católica ha honrado a la Virgen María se destaca el de Omnipotencia Suplicante.
Del mismo modo que la ley otorga a los reyes y a las reinas los mismos privilegios, Jesús y su Madre gozan del poder de la Omnipotencia.
Y esto es posible porque el Hijo que es Omnipotente ha hecho del mismo modo a su Madre.