La bendición con el Santísimo Sacramento es una ceremonia destinada a honrar a Jesucristo presente en la Sagrada Eucaristía, y que se efectúa, ya el domingo después de vísperas, ya durante la semana, hacia el atardecer, y no forma parte de las celebraciones litúrgicas del oficio propiamente dicho.
Sea cual fuera la manera de exponer el Santísimo Sacramento, la bendición tiene siempre por objeto incrementar la piedad de los fieles hacia la Sagrada Eucaristía y otorgarles gracias más abundantes mediante la bendición final .
La incensación al Santísimo Sacramento es una muestra de honor y adoración tributada a la divinidad de Jesucristo presente en la Hostia consagrada.
La bendición con el Santísimo Sacramento se lleva a cabo de dos maneras:
- Con el ostensorio, que se coloca en el manifestador cubierto con el baldaquino o en el medio del altar sobre los corporales. Esta exposición es la más solemne y requiere por lo menos seis cirios encendidos además de las lámparas.
- Colocando el copón sobre el altar o simplemente abriendo el sagrario dejando el copón en su interior. Esta forma es menos solemne.
El momento de la liturgia con el Santísimo Sacramento busca que los presentes tengan una mayor vivencia de la celebración eucarística a través de las visitas y bendiciones que ayudan a que la comunión sea más profunda.
El momento de la exposición del Santísimo Sacramento es necesario para el silencio contemplativo, además de ser sumamente necesario para reforzar la unión del creyente con Cristo, ya que allí, en la Eucaristía, es donde está presente.
Cuando la exposición es prolongada, la hostia para la exposición es consagrada en la Misa anterior, y luego de la comunión se coloca en la custodia.
Durante la exposición los fieles pueden estar en silencio contemplativo, orar, cantar o realizar lecturas evangélicas, pero siempre deben estar dedicados en forma exclusiva a la adoración