En el año 1095, el Papa Urbano II, de origen francés, llegó a Francia para participar en una romería a Puy, en el curso de la cual se proponía consagrar varias iglesias.
Convocó un concilio en Clermont, el cual se reunió para excomulgar al rey de Francia, que se negaba a volver a unirse a su esposa legítima.
En la última jornada de este concilio, el Papa hizo un solemne llamamiento a toda la cristiandad para que acudiese a liberar los Santos lugares de Palestina, que estaban en poder de los musulmanes, por lo que los cristianos que iban en peregrinación corrían el riesgo de que los asesinaran o los convirtieran en esclavos.
Este llamamiento conmovió a los prelados, a los nobles y a todo el pueblo. Entonces el Papa mandó distribuir, entre todos los presentes que hicieron voto de ir a defender Tierra Santa, unas cruces de tela que debían fijarse en el hombro: de aquí el nombre de cruzados que se dio a estos combatientes.
La Iglesia acogía bajo su protección a todo el que se alistaba en la Cruzada y le concedía una indulgencia plenaria. La cristiandad entera respondió a este llamamiento con gran entusiasmo, y casi todos los príncipes que estaban presentes hicieron votos de tomar parte en la Cruzada.
Numerosos predicadores surgieron por toda Europa, logrando enardecer con su palabra las multitudes, que inmediatamente partían para Palestina.
Los cruzados luego de varios problemas y batallas lograron ocupar Antioquía en el 1098. Luego conquistaron Jerusalén, que cayó en su poder el 15 de julio del 1099, victoria que se vio empañada por una matanza horrorosa. Dicha ciudad se confió a Godofredo de Bouillon, el cual rechazó el título de rey pero adoptó el de protector del Santo Sepulcro. Con este acto quedó restablecida la cristiandad en este lugar de oriente la cual había sido muy próspera antes de la invasión musulmana.
Los cruzados reconstruyeron el templo del Santo Sepulcro, facilitaron las peregrinaciones a los lugares santos y, para defenderse de la permanente amenaza de los ejércitos musulmanes, edificaron en Siria formidables fortificaciones.