¿ES POSIBLE AMAR A NUESTROS ENEMIGOS?
COMO AMAR A NUESTROS ENEMIGOS SEGÚN LA BIBLIA
El cristiano no debe tener enemigos. Aunque no nos quieran o nos hagan daño un buen cristiano no debe odiar, pues los enemigos son llamados del mismo modo que nosotros a la bienaventuranza eterna.
El amor a los enemigos es un deber de caridad. Es quizás el más difícil y el que se acerca más a la perfección cristiana.
Amar a los enemigos es la virtud de los verdaderos héroes de la fe y de los santos, el texto apaciguador de los mártires bendiciendo a los que les torturaban.
Jesucristo nos ha enseñado imponer silencio al odio, al deseo de venganza de los que nos quieren mal. Dios es ejemplo en el Calvario rogando por sus verdugos.
Más que un modo de resignarse, o de dominarse, el amor a los enemigos debe llegar hasta el perdón. Y esto lo encontramos en uno de los preceptos del Padre Nuestro:
"… perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden".
A los ojos de los incrédulos, el amor a los enemigos es una virtud superior, un sobrepasar la caridad, que da a la moral cristiana una incontestable superioridad sobre las demás morales.
Así que el cristiano, no sólo tiene el deber de no devolver mal por mal, de no alegrarse de las desgracias de su enemigo, sino que además, debe manifestar a este último señales de benevolencia, como por ejemplo socorrerlo ante cualquier dificultad que su enemigo tenga.
Se debe saber que no es contrario a la caridad pedir con moderación la reparación de un daño injustamente causado. El perdón, actitud caritativa y generosa, no implica el renunciamiento a sus derechos. Si bien es un gesto de amor, no debe ser un premio al odio y a la injusticia.
Las enseñanzas sobre porque debemos amar a nuestros enemigos las encontramos en los Santos Evangelios de Mateo y Lucas:
- Evangelio de Mateo 5, 43-47
El Evangelio de Mateo ubica la enseñanza del amor a los enemigos en el marco del Sermón de la Montaña pronunciado por Jesús de Nazaret.
"Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Pues si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa váis a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?"
"Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen."
Ahora,amar al enemigo quiere decir que a través de nuestros enemigos debemos amar el mal que nos hacen?
Santo Tomás de Aquino contesta sobre este punto con una negativa. Lo que es digno de ser amado en nuestros enemigos es la naturaleza humana que poseen, es decir, que son lo mismo que nosotros, y por lo tanto esto les hace iguales a nosotros ante Dios.