CARACTERÍSTICAS DE LA FE EN DIOS
La fe, don de Dios, es al mismo tiempo un acto voluntario y un acto libre.
Procede de una especie de mecanismo de dos tiempos:
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1º: nuestra voluntad, bajo la moción de la gracia, que se vuelve toda entera hacia Dios, a quien no puede llegar por sus propias fuerzas
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2º: Dios dirige la voluntad hacia Él con un impulso sobrenatural.
Esta doble acción, es como dicen los teólogos, una intención del hombre y una elección de Dios.
La fe viene de Dios, pero depende del hombre.
Tener fe es creer.
No se trata de un asentimiento dudoso e impreciso, sino de una decisión firme a las verdades reveladas por Dios y que la Iglesia nos enseña.
Estas verdades están contenidas en el Credo.
El acto de fe es libre y supone una participación de la voluntad; creemos porque queremos; es una opción.
El acto de fe tiene su fuente en un don de Dios: la virtud de la fe, que es una virtud sobrenatural teologal que Dios pone en nuestra alma por su gracia, y nos es dada por el Sacramento del Bautismo.
En el cielo esta virtud ya no existe porque es sustituida por la visión de Dios.
La fe no es un bien que se guarda una vez que se ha adquirido, es un bien que hay que defender y cultivar.
La oración, la asistencia la misa, los sacramentos, son medios para acrecentarla.
Todos, al igual que los más grandes santos, en ciertos momentos de la vida, somos probados en la fe, o sino somos tentados para perderla.
Jesucristo ha comparado la fe al grano de mostaza que se vuelve árbol.
La fe, tal como la planta, se debe alimentar, si no, languidece y muere, y el alimento de la fe es la palabra de Dios, la Escritura, y más particularmente, el Evangelio.