Cuando se ama el amor se manifiesta a la vez por un sentimiento interior y por manifestaciones exteriores. Y así es el amor religioso, de la religión, que ...
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DIOS MÍO: TE DOY GRACIAS POR TODO, TE QUIERO Y TE LO DEMUESTRO
El amor de Dios por nosotros es infinitamente mayor de lo que podamos imaginar, incluso es mayor que el amor que pueda darnos cualquier otro ser humano, incluidos nuestros padres.
Precisamente porque Dios nos ama no es indiferente a la respuesta que provoque en nosotros su amor, y del mismo modo que a nosotros nos duele que no nos quiera la persona a quien nosotros queremos, o que no nos quiera con la misma medida, así le duele a Dios que nosotros no le queramos como Él nos quiere.
Normalmente expresamos el amor a Jesús con las palabras que habitualmente dirigimos a las personas que más amamos: "Te quiero", pues estas son las palabras más dulces y que más desea oír cualquiera de nosotros por parte de la persona amada
Si el Te quiero te lo dice alguien a quien tú no quieres, te cae bien y te agrada, pero si te lo dice alguien a quien tú quieres mucho, te llena de alegría.
Por eso, si cuando decimos Te quiero es con un amor verdadero, entonces no puede limitarse a un sentimiento, ni siquiera a un sentimiento sincero expresado desde lo más profundo de nuestro corazón, tiene que ser un amor que se manifieste en obras, pero no son solamente las obras que nosotros queremos dar, sino que son necesarias las obras que el otro necesita, y en este caso ese otro es Dios.
Hacer la voluntad de Dios cada día y en cada momento es la forma de expresar el amor que hay en nuestro corazón, pero ¡cuidado!, que las obras de amor, incluso cuando surgen del amor que hay en el corazón, pueden llenarnos de soberbia: la "soberbia de los buenos", la "soberbia de los fariseos".
Por eso es imprescindible ser conscientes de que ha sido Dios el que nos ha amado primero y que lo ha hecho sin mérito nuestro, por puro amor suyo.
Al darnos cuenta de esto, surge en nosotros el agradecimiento, que tiene como consecuencia el alejamiento de todo tipo de soberbia, pues la persona agradecida, sobre todo la persona agradecida a Dios, sabe que haga lo que haga nunca podrá pagar la deuda de amor que tiene con el ser amado.
Damos todo, incluso hasta la vida con el martirio, y lo damos por amor y sabiendo que aún dándolo todo seguimos estando en deuda con Dios que nos ha creado y nos ha redimido.
Por eso en nuestra oración debemos decirle a Jesús que no está solo, que estamos con Él a su lado y que aceptamos nuestra cruz por Él como Él aceptó la suya por nosotros.
Entonces, ¿cómo se puede demostrar el amor a Dios?: expresándolo con un "Te quiero" y con agradecimiento, pero acompañado de las obras que le demuestren que ese amor es verdadero y no es sólo un sentimiento pasajero.
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