El cántico es un canto popular y religioso en lengua común entonado durante los oficios o en el curso de los ejercicios de devoción, como por ejemplo entre las decenas del Rosario o entre los dos misterios.
El canto religioso debe ser expresivo y no didáctico, ya que no responde a un discurso intelectual sino a un movimiento del alma. Sólo de esta manera el cántico es eficaz.
Los cantos populares antiguos no tenían la pretensión de instruir, sino que expresaban con la mayor naturalidad los sentimientos y creencias de los corazones que los entonaban. En cambio, hay ciertos cánticos modernos que dan lugar a que se desvíe la atención de los fieles de la celebración litúrgica durante la misa.
En los comienzos, el cántico era un canto sagrado o un poema extraído de las Sagradas Escrituras, así por ejemplo, el cántico de los Tres jóvenes en el horno procede del Antiguo testamento, Daniel 3.52-55, o el cántico del Magnificat, extraído del Nuevo testamento, San Lucas 1. 46-55.
El canto litúrgico expresa nuestra postura de alabanza y o de petición ante Dios y nos pone en comunión con los miembros de la Iglesia y con la eucaristía y el misterio que celebramos.
El canto une a la comunidad, así, en la Misa cuando cantamos, nuestro espíritu se une en una sola oración, plena y perfecta, que le expresamos a nuestro Creador. Además las canciones religiosas crean un clima solemne o festivo acorde al momento.
El canto unido a la música expresa los sentimientos más íntimos y sentidos de cada uno de los presentes de la comunidad dentro de la celebración.
De este modo los coros son muy importantes en la participación litúrgica, ya que ayudan y enriquecen a los cantos de los presentes en la Misa, realzan las celebraciones del año litúrgico y animan a que todos se unan a ellos cantando a una sola voz
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