Los Testigos de Jehova es la secta que más errores difunde y más fanáticos y sectarios vuelve a sus adeptos.
Fue fundada por el Tendero Carlos Rusell en Brooklyn, New York, en el año 1872. Él era un comerciante que no había hecho ningún tipo de estudio religioso, pero con la lectura de la Santa Biblia llegó a la conclusión de que nadie hasta entonces había entendido realmente este libro, ni los Pontífices, ni los santos, ni los doctores.
Así es como creyendo que él sólo la había entendido bien funda en Brooklyn una poderosa sociedad económica con edificios, negocios, y casi 2000 empleados propagando errores por todo el mundo.
Su revista se llama Atalaya y reparte millones de impresos cada año.
Los Testigos de Jehová tiene que examinar cada noche su conciencia y si en ese día se dan cuenta que no hablaron a alguien sobre lo que su secta enseña entonces han cometido pecado por no haber hablado.
Por eso son propagandistas fanáticos y hablan de sus doctrinas en todas partes y no se cansan nunca de insistir.
Si se les da alguna pequeña probabilidad de aceptarlos entonces estarán insistiendo día a día hasta finalmente lograr hacerlo un Testigo de Jehová o sacarlo de las casillas.
Por lo tanto lo recomendable de decir cuando un Testigo de Jehová se acerca a nosotros es lo siguiente: "Le agradezco su interés, pero soy católico y no voy a cambiar de religión", ya que discutir con ellos es tiempo perdido porque jamás aceptan que su adversario pueda tener razón.
Esta secta es mucho más peligrosa por lo que niega que por lo que enseña: niegan que Jesús es Dios, no aceptan la Santísima Trinidad, no creen que haya eternidad, no creen que haya infierno, no creen que el Espíritu Santo es una persona, y además tienen los once errores típicos de todos los protestantes.